miércoles, 30 de noviembre de 2011

fenin y la fundación tecnología y salud entregan sus premios anuales


Daniel Carreño: “La crisis que vivimos demanda una apuesta decidida por la innovación”
El director de Innovación del Clínico San Carlos, Julio Mayol; la Fundación Parc Taulí; la Fundación Reina Sofía y el suplemento de La Vanguardia 'Salud  y Bienestar', galardonados
Enrique Pita/Imagen: Diego S. Villasante. Madrid
La Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) y la Fundación Tecnología y Salud hicieron entrega anoche de sus premios anuales al impulso de la innovación sanitaria. Unos galardones que “destacan y reconocen la labor de profesionales e instituciones en la mejora de la salud y la calidad de vida de los ciudadanos en el marco de un sistema sanitario sostenible”, explicó el presidente de Fenin, Daniel Carreño, que destacó que “la crisis que vivimos demanda una apuesta decidida por la innovación”.
Foto de familia de los premiados. De izquierda a derecha, el presidente de la Fundación Reina Sofía, Arturo Coello; el director de Investigación e Innovación de la Corporació Sanitària i Universitària Parc Taulí y director del Institut Universitari Parc Taulí, Lluis Blanch; el presidente de Fenin, Daniel Carreño; el secretari general de Innovación del Ministerio de Ciencia e Innovación, Juan Tomás Hernani; la secretaria general de Fenin, Margarita Alfonsel; el presidente de la Fundación Tecnología y Salud, Javier Colás; el representante de La Vanguardia, José Manuel Mora; el vicepresidente del CSIC, Juan José de Damborenea; y el director de Innovación del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, Julio Mayol.
El director de Innovación del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, Julio Mayol recibió el III Premio Fenin a la Innovación Tecnológica Sanitaria 2011, galardón que agradeció, entre otros, a sus pacientes, que “han sido una motivación sin fin para buscar soluciones a los problemas”. Por su parte, la Fundación Parc Taulí – Institut Universitari UAB recibió el III Reconocimiento de la Fundación Tecnología y Salud, por su esfuerzo en fomentar la docencia, la investigación y la formación. Completan el cuadro de premiados la Fundación Reina Sofía, como mejor organización de apoyo a las personas, y el suplemento 'Salud y Vida', del periódico La Vanguardia, como mejor divulgación médica realizada por un medio de comunicación.
Según destacó el presidente de la Fundación Tecnología y Salud, Javier Colás, los premiados “son una muestra del compromiso que hay en nuestro país por la salud”, y reivindicó una industria de tecnología sanitaria que debe ser “el motor del cambio del modelo productivo” y que trabaja para reducir costes a través de mayor eficiencia. Por su parte, la secretaria general de Fenin, Margarita Alfonsel, coincidió con Carreño al señalar que estos galardones “premian el trabajo en favor de la salud y la calidad de vida” y aseguró que la industria a la que representa la Federación “apuesta por un sistema sanitario eficaz, solidario y sostenible”.
De izquierda a derecha, Lluis Blanch, José Manuel Mora, Julio Mayol y Arturo Coello.
A la izquierda, Julio Mayol, durante su intervención para agradecer el premio. En la foto de la derecha, Daniel Carreño, Juan Tomás Hernani y Margarita Alfonsel.
A la izquierda, Arturo Coello y Belén Prado, viceconsejera de Sanidad de la Comunidad de Madrid. En la foto de la derecha, José Manuel Mora y Lluis Blanch.

En la foto de la izquierda, el director general de Sanitaria 2000, Ricardo López, y el coordinador de la Plataforma Española de Innovación en Tecnología Sanitaria, Ángel Lanuza. A la derecha, Ana María Jiménez, respondable de producto de Neonatología de Dräger, y Carlos Sisternas, director de Fenin Cataluña.
De izquierda a derecha, el director ejecutivo de Sanitaria 2000, Alberto Fernández; el vicepresidente de Boston Scientific España, Carlos Ibares; la responsable de la relación con las autonomías de Fenin, Gloria Rodríguez; y el patrono de la Fundación Tecnología y Salud, Victoriano Prim.
En la foto de la izquierda, el director comercial de Dräger, Juan Carlos Antoni; el vicepresidente de Sedecal, David Sánchez; y la directora ejecutiva de Fenin, Isabel Dávila. A la derecha, la presidenta de Aliad, Ana María Rodríguez de Viguri.
De izquierda a derecha, Carmen Pino, director general de Planner Media; la directora de Organización del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS), Carmen Ruiz; y el presidente del Grupo Indas, Eduardo Rodríguez Rovira. En la foto de la derecha, Ana Morato, directora general de la Fundación Opti.
A la izquierda, la directora general de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, Lourdes Arana. En la foto de la derecha, el gerente del Hospital Clínico San Carlos, José Soto; el director de gestión del Hospital Clínico San Carlos, Pedro Izquierdo, y el subdirector gerente del mismo hospital, Javier Guerra.

A la izquierda, el director general de Farmacia de la Comunidad Valenciana, José Clérigues. En la foto de la derecha, el respondable de la Unidad de Negocio de DLL, Moisés Jiménez, y el director regional de ventas de la zona centro de Laboratorios Hartmannn, Javier Rodríguez.

A la izquierda, el presidente de Fenin, Daniel Carreño, y el vicepresidente de Boston Scientific España, Carlos Ibares. A la derecha, Esperanza Guisado, directora de Relaciones Institucionales de Griffols.

martes, 8 de noviembre de 2011

JORNADA "EL HOSPITAL DEL FUTURO"




El 17 de octubre se celebró la conferencia -coloquio sobre El Hospital del futuro que se refleja en la Invitación adjunta










La jornada resulto muy interesante por la calidad de las intervenciones de los ponentes y de los asistentes

Se puede ver toda la sesion en el video 







martes, 1 de noviembre de 2011

Reformar el Sistema Nacional de Salud o el precio de no hacer nada

Julio Mayol y Miguel Angel Mañez, autores del articulo
ES NECESARIO INTRODUCIR CAMBIOS EN EL ÁMBITO POLÍTICO, NORMATIVO, DE GESTIÓN Y DE ORGANIZACIÓN



La clase político-administrativa debe acometer una reforma radical con una estrategia nítida de cambio. Se debe perder el miedo a modificar normas como la Ley General de Sanidad, que se ha quedado desfasada. También hay que potenciar la gestión de la información, profesionalizar la gestión sanitaria y comprometer al profesional con la eficiencia y la calidad.


En los países occidentales los médicos ocasionan el 90 por ciento del gasto sanitario. Múltiples factores influyen en la ineficiente toma de decisiones Ejecutar cualquier acción tiene un coste de oportunidad. No ejecutarla, también. Y en sanidad, seguir como estamos sólo hará que pronto estemos mucho peor. Fundamentalmente porque para mantener el nivel de prestaciones y calidad que se proporciona ahora, sin introducir ningún cambio, tendremos que afrontar un aumento imparable en los costes y, consecuentemente, un incremento del gasto sanitario. Nos mantendremos así encerrados en el bucle producción-administración, sin ninguna capacidad para tomar una decisión de calidad que lleve a utilizar la sanidad como motor económico a través de la innovación. Mucho menos podremos integrar ésta en el aumento de la eficiencia y la productividad del sistema.

Es necesario preparar una estrategia nítida de cambio, que pueda convencer a todos los agentes de que el esfuerzo de hacer supera la comodidad de no hacer nada. Si lo dejamos todo igual, sólo conseguimos: a) seguir disfrutando de los beneficios actuales (realmente cortoplacistas), b) continuar asentando las costumbres y vicios del sistema, y c) consolidar los errores del pasado, que algunos exhiben como un triunfo. Debemos empezar a analizar punto por punto todo lo positivo que puede implicar una reforma del sistema iniciada desde abajo.

La primera reforma radical está en el ámbito político. Nada más lejos de nuestra intención que cuestionar la organización del Estado, respaldada democráticamente, pero los ciudadanos tenemos la percepción de que la organización práctica del Sistema Nacional de Salud (SNS) es ineficiente como consecuencia del marco legal.

La Ley General de Sanidad, base común para todos los servicios de salud, se percibe como un obstáculo y no como un medio para construir escenarios que funcionen. Las herramientas y estructuras que creó dicha ley ya cumplen 24 años y tal vez sea el momento de adaptarla a las necesidades de una sociedad diferente que precisa de un entorno sanitario ágil y sostenible. Hay que perder el miedo secular a modificar las leyes, ya que no son el escollo a evitar sino el eje que debe guiarnos; y más en el caso de una ley que ya está quedando claramente desfasada.

La clase político-administrativa, pese a tener claramente identificados los problemas organizativos, no ha podido elaborar soluciones reales a los problemas. Las debilidades del sistema siguen afianzándose y eso provoca que sigamos en un entorno sin fórmulas organizativas ágiles para los servicios sanitarios, sin una planificación de recursos humanos centrada en las necesidades y sin un mecanismo de incorporación de resultados de proyectos de investigación e innovación.

En un sistema basado en el conocimiento, sin información no puede haber una gestión eficiente, con todo lo que ello implica. Aunque estemos en un entorno tecnológico avanzado, nuestro sistema tiene tales defectos en la gestión de la información que, por ejemplo, ni siquiera se dispone de un registro fiable de profesionales. En la era de la comunicación, en todo el SNS resulta imposible usar y compartir herramientas interoperables, escalables y sólidas. Y lo que es peor, las actividades orientadas a su consecución por parte de los reguladores-financiadores son tímidas, lentas e ineficientes. Un buen comienzo sería el de compartir información por todos los servicios de salud, que sea pública, que se utilicen criterios idénticos en todo el país y que se asiente una cultura de transparencia en el sistema. Sin embargo, ¿estamos realmente preparados para ello?

Profesionalizar la gestión

Además, no se puede seguir utilizando a los gerentes como piezas políticas. La profesionalización de la gestión sanitaria es otra reforma necesaria. Las consejerías deben confiar en sus técnicos, hacer benchmarking y olvidarse de la microgestión porque es un vestigio de una administración obsoleta y la base de la desconfianza de los profesionales sanitarios.

Habría que desarrollar planes estratégicos que permitan la armonía de gestión y que proporcionen a los gestores las coordenadas de referencia para ser valorados, objetivamente, mediante indicadores adecuados para los objetivos propuestos. Si queremos exigirles resultados, es fundamental permitir cierto margen de actuación, proporcionar herramientas de gestión potentes y en el marco de una estrategia clara promover la competencia entre centros, la comparación y el intercambio de experiencias. Sin esas medidas es imposible una evolución de las organizaciones: cambiar desde la cultura proteccionista a una cultura de responsabilidad.

Según datos recientes, en los países occidentales los médicos ocasionan, directa o indirectamente, el 90 por ciento del gasto sanitario. ¿Qué les impide controlarlo? Múltiples factores influyen en la ineficiente toma de decisiones: la falta de formación adecuada, una deficiente gestión de la información, la desconfianza en los niveles políticos y gestores, la ineficiencia de la Administración, la presión por pares, la presión social, el marco jurídico inadecuado, la desmotivación y el auge de la medicina defensiva, entre otros.

Intereses individuales y colectivos

Además, las organizaciones corporativas profesionales deben aprender a alinear los intereses individuales con los beneficios colectivos, ya que es fácil que estos últimos se diluyan. Sólo de esta forma pueden llegar a un grado de responsabilidad tal que les permita hacer una reflexión colectiva y promover cambios que, a medio y largo plazo, impliquen un escenario mucho más sostenible en el sistema sanitario.

Así, tanto desde un punto de vista individual como colectivo, la última reforma radical pasaría por conseguir un compromiso global de los profesionales con la eficiencia y la calidad. Para ello es necesario desarrollar tres ejes fundamentales: formación, desarrollo profesional vinculado a la estrategia global del sistema de salud e implicación en la gestión de sus instituciones sin cometer los errores ya conocidos del National Health Service.

Continúan surgiendo iniciativas que plantean análisis y propuestas sectoriales de reforma, pero se hunden en la timidez frente a la radicalidad. Ya tenemos experiencia del resultado de intentar evitar el pánico en épocas de crisis y ha salido una tragedia griega. Parafraseando a Einstein, en sanidad insanity is doing the same thing over and over again expecting a different result.